Papá:
Podría decirte muchas cosas feas por haberme abandonado, pero dentro de las muchas cosas que tu partida me enseñó, aprendí que el rencor y la venganza solo me hacen mal a mí, y que nada gano con esos sentimientos más que contaminarme. Por eso, he decidido por primera vez escribirte, pero no para recriminarte, sino para por fin poder dejarte ir, aunque nunca hayas estado. Te escribo para decirte que te perdono y que te agradezco.
Te perdono porque que no hayas estado aquí me ha hecho una persona fuerte, valiente, perseverante e independiente. Te perdono porque en realidad no me hiciste falta en ningún minuto. Cuando debías estar, tenía a mi abuelo en tu lugar, el que me entregó en realidad más de que que alguna vez podría haber creído tener. Él, ya habiendo sido padre, me enseñó absolutamente todo lo que debía saber.
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